domingo, 23 de agosto de 2015

Martín Adán - Soneto a la rosa

La rosa que amo es la del prudente,
la de sí misma, la del aire de este mundo,
por lo que es, en ella, lo confundo
con lo que fui de cuerpo y no de mente.

Si en la del alma espanta el vehemente
designio sin deseo y sin segundo,
en esta vence el incitar jocundo
de un ser cabal, deseado, competente.

Así el engaño y el pavor queridos
cuando la rosa que movió la mano
golpea, dentro, al interior humano.

Que obra alguno, divino de pequeño,
que no soy y que sabe, por los idos
dioses que fui, ordenarse asá el ensueño.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario